Era tarde aquella noche. Como algún que otro jueves, veníamos de cenar de casa de unos amigos a las afueras de Madrid. Hacía calor y el aire de la calle nos espabilaba después de habernos bebido un poco de vino.
Yo no sabía nada. Era todo una sorpresa que mi chico había preparado. A medio camino, él me pidió que me quitara el vestido:
– ¿Estás loco? Si hay un montón de coches, ¿y si me ven en pelotas? Jajaja.
Según acababa de decirlo, ya me estaba desabrochando el cinturón de seguridad y quitándome el vestido. En cuanto que me empecé desabrochar el sujetador, la mano de mi chico se resbaló bajo mi tanga.
– ¡Uffff, qué mojada estás! ¿Sabes que tengo una sorpresita para ti?
– ¿En serio, qué es?
– No puedo decirte nada, si no, se rompería el morbo del momento.
Eso hizo que me mojase aun más mientras dejaba caer mi tanga y abrochaba mi cinturón de seguridad con las tetas al aire. Mi chico sacó algo de la guantera:
– Toma, ten. Póntelas.
– ¿Y estas gafas?¿Por qué tienen los cristales tapados con cinta aislante?
– No puedes ver nada. Prometeme que no te las quitarás hasta que yo no te diga.
– Te lo prometo…estoy impaciente…¿dónde vamos?
No veía nada y estaba totalmente desnuda por la carretera. Muy pero que muy excitada y nerviosa trataba de orientarme, pero era imposible.
De repente, el coche se metió por un camino como de tierra y al poquito, echó el freno de mano.
– Ya hemos llegado, puedes bajar.
Me abrió la puerta y nada más salir, noté que había alguien más. Sus manos me acariciaron sin que yo pudiera verle. Estaba suave, y vestido. Le pedía que se desnudara también, pero no obtuve respuesta. No hablaba, no decía nada, solo se desnudaba mientras no dejaba de besarme el cuello.

Con mi mano palpé su polla mientras se clavaba en mi espalda. Estaba durísima y era enorme, muy gorda y larga. Un suspiro de deseo se me escapó y no tardé en darme la vuelta para besarle y después, agacharme a comerle la polla. No me entraba apenas en la boca y eso me encantaba, el jadeaba levemente sin hablar.

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Mi coño palpitaba deseoso de ser atravesado por esa enorme polla. Me apoyó en su coche y me inclinó hacia delante metiéndome su rabo hasta el fondo. Yo grité de gusto cuando el enorme pollón me bombeó por primera vez y un chorro de flujo empezó a resbalar pierna abajo fruto de la excitación.
Cada vez me daba más y más rápido, con más fuerza y yo no aguantaría mucho más sin correrme. Sólo le decía a mi desconocido que no parase, que me iba a correr y así hice. Mis gritos de placer resonaban en medio del campo mientras tenía un placentero orgasmo con aquel enorme rabo dentro.
Nada más correrme, me dio la vuelta y me agachó de la cabeza para que me pusiera en cuclillas. Se quitó el condón y oí como se la meneaba jadeando encima de mi cara. Presentía que su leche caliente estaba a punto de cubrirme la cara. No pude verla salir por las gafas, pero la noté resbalando por mi cara mientras esbozaba su única palabra: “Zorra”.
Sin más se vistió y se marchó mientras yo me limpiaba. Aun desnuda, me monté en el coche y me quité las gafas. Miré a mi chico mientras me preguntaba:
-¿Qué tal cariño, te ha gustado la sorpresa?
A lo que yo, sin aliento aun, solo pude contestar:
-Sí, gracias cariño.

 

Mi experiencia real: Dogging por sorpresa
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5 Comentarios en “Mi experiencia real: Dogging por sorpresa

  • 12 agosto, 2016 a las 9:41
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    Qué suerte! Sabes dónde se puede hacer dogging por la zona sur de Madrid?
    Hace años mi chico me llevaba a una zona de copas de alcorcon para que otros hombres ligarán y hicieran conmigo… Eso lo han cerrado! Sabes de alguna zona que pueda zorrear con otros mientras él me mira? Y q sea habitual y no se escandalicen ellos! Jjjj

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